La reinvención de Ariel: reflexiones neoarielistas sobre posmodernidad y humanismo en América Latina, de Víctor Barrera Enderle
Por Clara Parra
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
cparratriana@hotmail.com
El libro que aquí presento nos instala en una de las
preguntas fundamentales para el actual desarrollo de la historia intelectual
latinoamericana: ¿es posible regresar al concepto y práctica del humanismo en
pleno siglo XXI? Y esta no es una pregunta retórica si pensamos en las
problemáticas actuales que rodean y afectan directamente al oficio de la
crítica (no solo literaria y del arte) en el así llamado Tercer Mundo. Ya
Víctor Barrera Enderle, autor de este libro, nos había compartido sus
reflexiones en torno al lugar relevante que han ocupado nuestros intelectuales
críticos en la configuración de nuestra conciencia histórica y cómo estos
contribuyeron –en la madurez del siglo XIX hispanoamericano– a afianzar
posturas de respuesta y proposición. Me refiero al ensayo titulado Lectores
insurgentes, la formación de la crítica literaria hispanoamericana (1830-1870)
y que fue el ganador del Premio Casa de las Américas (2013) en la modalidad
ensayo (Víctor Barrera Enderle, La
formación de la crítica literaria hispanoamericana (1830-1870), México,
JUS, 2010).
La reinvención de
Ariel está compuesto por cinco ensayos que son, a su vez, capítulos
autónomos –con cuestionamientos propios que expondré más adelante– y un ensayo
que prologa (presenta y justifica) la razón de ser del volumen. Si bien su
lectura se puede realizar obviando el estricto orden de la disposición de la
obra, estos ensayos guardan una coherencia y continuidad intrínsecas que los
hacen un cuerpo articulado en torno a un concepto central actual: el
neoarielismo. Este concepto es no solo retomado por el ensayista mexicano sino
que también complementado en su necesidad de establecer una propuesta
epistemológica humanista para el siglo XXI. Barrera Enderle nos recuerda en el
prólogo del texto que el ensayista y crítico chileno Grínor Rojo ya se había
servido de este neologismo al releer a José Enrique Rodó, en particular la
lección humanista subyacente en Ariel, relacionada particularmente con la
crítica al tecnocratismo (y al tecnocentrismo), la reivindicación del humanismo
y el respeto y vocería del intelectual contemporáneo (Grínor Rojo, Las armas de las letras. Ensayos
neoarielistas, Santiago, LOM ediciones, 2008). El neoarielismo de Barrera
Enderle, al igual que el de su predecesor inmediato –Rojo–, se instala en el humanismo
crítico que, a partir de la forma ensayística, comunica sus inquietudes y
cuestionamientos tanto del conocimiento como de las maneras de comprenderlo.
Este neoarielismo hace eco de la tradición ensayística hispanoamericana y la
continúa, pues enriquece en su expresión crítica por su afán dialógico. La
posición epistémica del neoarielismo, el que se encuentra en La reinvención de
Ariel, asume una postura crítica frente al neocolonialismo político y cultural,
al mismo tiempo que propone que el intelectual de nuestros tiempos sea un
sujeto de acción y pensamiento, lo suficientemente lúcido para reflexionar y lo
suficientemente comprometido para no caer en las redes del poder. De acá
podemos evidenciar –desde los enunciados de Barrera Enderle– que hay una
lectura atenta y dialogante tanto del pensamiento de Edward Said, como el de
Antonio Gramsci en relación con la figura del intelectual contemporáneo. El
primer capítulo, titulado “El hombre de Occidente creó a la modernidad y la
modernidad engendró al sujeto moderno (y el sujeto moderno se aniquiló a sí
mismo)”, está dedicado a una reflexión general sobre las problemáticas que el
sujeto moderno ha enfrentado en su “doble paradoja”: la de su creencia en la
infinitud de la escritura y su certeza de la finitud de la vida. La idea de
progreso de la modernidad favorece la idea del perfeccionamiento humano, pero
al mismo tiempo alberga la idea de aniquilamiento de sus posibilidades, pues
frente a la autoridad que había adquirido la letra se opone la preponderancia
del lenguaje, la cual elimina la concreción para dar paso a la abstracción
(giro lingüístico). Con ello –nos dice Barrera Enderle–, el sujeto crítico
inicia su proceso de autoeliminación, llevando consigo sus logros. En
Hispanoamérica, un grupo selecto de creadores y críticos, convertidos en
intelectuales por su acción discursiva crítica, se resistió a ese proceso de
autoaniquilamiento: los modernistas. De este modo, entramos en el segundo
capítulo dedicado al sujeto crítico del modernismo hispanoamericano, cuyos
ejemplos centrales son José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, Rubén Darío y José
Enrique Rodó. Lejos de dedicar el ensayo a un estudio detallado de cada uno de
ellos, Barrera Enderle enfoca su interés en la idea de autonomía literaria, la
cual es una de nuestras más acabadas manifestaciones de modernidad intelectual.
El ensayista mexicano valora en estos “sujetos críticos” la superación del
espacio individual creativo para posicionar a la crítica literaria como manifestación
discursiva y como proyecto cultural supranacional.
En “Un inusual lector de La Tempestad. José Enrique Rodó y
la elaboración de Ariel”, el ensayista mexicano reconoce el valor intrínseco que
alberga el texto emblemático del crítico y esteta uruguayo, mediante el rastreo
del proceso de escritura de Ariel en la obra y acción de Rodó. Dentro de los
valores que reconoce Barrera Enderle al ensayo de Rodó se encuentran: el
rechazo a la nordomanía y a la especialización, y la voluntad y el deseo (a
manera de proyecto) de una educación popular como forma de lograr el tan
anhelado progreso. El capítulo cuarto, podría decirse, es el capítulo medular
del libro que aquí reseño. Titulado “El intelectual latinoamericano: de Ariel a
Calibán y de Calibán al neoarielismo”, este ensayo expone la cadena
interpretativa que ha generado el “derecho a la interpretación” ejercido por Rodó
en su Ariel, el cual como todo buen clásico ha generado diversas lecturas generando
nuevos modos de posicionamiento intelectual. A la lectura antiimperialista
realizada por Roberto Fernández Retamar (en el contexto de la Revolución Cubana
y del caso Padilla en particular), Barrera Enderle le reconoce su capacidad para
reaccionar ideológicamente deconstruyendo los conceptos impuestos sobre nuestra
cultura: civilización y barbarie. Pero el peso del capítulo –como lo señalé
anteriormente– se encuentra en el afianzamiento del concepto de “neoarielismo”,
el cual busca ser un modo de respuesta para la urgente elaboración de una
historia del intelectual hispanoamericano, quien además de ser un sujeto
social, es también un sujeto discursivo que ha contribuido en la construcción
de nuestras sociedades. El ensayo que cierra el volumen, dedicado a la
“reflexión neoarielista sobre posmodernidad y humanismo crítico”, apela a la
comunidad intelectual contemporánea sobre el ser y el hacer del humanismo en
pleno siglo XXI. Se encuentra en este capítulo una invitación a la autocrítica
de los intelectuales, quienes tienen dentro de su común tarea la reinvención de
su propio quehacer a nivel social y la configuración constante de nuevos instrumentales
para enfrentar los problemas contemporáneos.
Para concluir, quisiera especificar lo que considero el
mayor aporte y logro de este nuevo libro de Víctor Barrera Enderle. Para
quienes en la actualidad se dedican al estudio del papel y configuración del
intelectual en América Latina, esta obra nos da un ejemplo de lo que se puede
comprender leyendo directa y críticamente las obras clásicas, así como su
vigencia permanente. Barrera Enderle, al igual que Rodó, ejerce su derecho a
interpretar y nos plantea que la única posibilidad de sobrevivencia será
nuestra capacidad para ejercer la autocrítica discursiva e histórica, desde
cualquier ángulo que nos exija comprometer nuestros propios esfuerzos en el esfuerzo
de construcción de nuestras sociedades.
(Reseña publicada la revista Taller de Letras de la Universidad Católica de Chile, número 54, primer semestre de 2014)
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