martes, agosto 08, 2006

LA VOZ DE LOS PERSONAJES LITERARIOS

Según Elizabeth Costello, el personaje de la novela homónima de J. M. Coetzee, el gran problema y peligro de la civilización occidental es el pensamiento en abstracto. La base de la “gran razón pragmática” que ha puesto en otra dimensión la categoría de “hombre”. Las intensas e interminables disputas sobre los derechos humanos (que al menos tienen doscientos años dando vueltas) tendrían como finalidad y a la vez como obstáculo una idea universal (y por tanto abstracta) de los individuos. El homo sapiens es la medida para la legislación y las formas de vida contemporáneas, pero también el pretexto para la aniquilación del planeta y los demás seres vivientes (incluidos aquí a los mismos hombres, pero diferenciados con las categorías habituales: extranjeros, distintos, enemigos, salvajes, primitivos, etc.). Costello es una gran provocadora y como personajes es, sin duda, uno de los mejores en la literatura actual; ha sido trazado con pasión e inteligencia, dos extremos que, tanto en el arte como en la vida, se cruzan muy pocas veces. Tal vez por eso la consideramos como un ser independiente a su autor. Tan es así que su discurso, una supuesta ficción dentro de la ficción, que no tendría otro objetivo que formar parte de una estructura literaria, no deja de inquietarme. Sus intervenciones conducen siempre a encrucijadas peligrosas porque nos hacen mirarnos de frente. Y al cerrar el libro ella no permanece guardada en sus páginas, sino que sale a continuar polemizando. Costello critica a la abstracción y a la imposición de conceptos universales, pero la radicalidad que sugiere puede ser complicada (a pesar de que, a diferencia de la mayoría de los pensadores postmodernos, el personaje de Coetzee apela a la capacidad reflexiva de los individuos), sobre todo porque puede caer en la misma imposición que rechaza. Ese riesgo es parte de su fuerza. Es cierto, en estos tiempos jugar al relativismo y ponerse a “respetar” y no cuestionar todas las particularidades del planeta no sólo es absurdo sino contraproducente. Lo que hay por debajo de estas especulaciones literarias, sin embargo, es la necesidad de un entendimiento, un acercamiento cara a cara, dejando de lado los convencionalismos y los privilegios. Más que invención, la obra de Coetzee es, a un tiempo, una alerta y un grito de auxilio. Costello, como los grandes personajes de la literatura, contiene las contradicciones del tiempo en que fue escrita y se alza como un testimonio de la condición humana. Su figura anuncia la oscuridad de los días que corren. No es apocalíptica, sino realista hasta la ironía Basta de retórica diplomática, nos alerta y su voz parece gritar desde la tinta negra: dejemos de jugar a las naciones unidas y seámoslo de verdad; dejemos de pensar al ser humano y comencemos el diálogo entre personas. Mientras escribo el Medio Oriente, una vez más, se cae a pedazos.